Un joven valiente y comprometido, un luchador por la legalidad republicana, un antifascista, un esclavo del franquismo, un hombre libre, un trozo de nuestra historia. In memoriam.

viernes, 18 de mayo de 2012

FRANCISCO Y JOSÉ BARAJAS: PADRE E HIJO SUPIERON DE LA REPRESIÓN FASCISTA.




Me llamo FRANCISCO BARAJAS, soy de Huelma, Jaén. Socialista desde mi juventud, de la que recuerdo como acompañaba a Pablo Iglesias en los mítines que daba en nuestra provincia. Eduqué a mi hijo en mis ideas y fue un firme defensor de las mismas. Tenía mis olivos y mi república y soñaba un futuro para mi hijo, pero los golpistas hicieron de mi José un esclavo de Franco y de mi uno más de los cientos de miles que sufrieron sus cárceles. Cuánta hambre, cuánto frío, cuánta miseria, enfermedad y muerte. Allí dicen que perdí el juicio y que sólo reía en mi desesperación. Al salir en libertad no pude reencontrarme con el hombre que fuí, honesto, bueno y cabal, ni tan siquiera podía comer sólo, me convirtieron en un niño viejo y derrotado. Todo el cariño derrochado de mi familia a espuertas, de mi hijo con lo que tuvo que sufrir, de mis nietos que me regalaban sus caramelos, todo eso no pudo rescatarme de ese pozo donde me hundió el fascismo. Y aquí me encuentro todavía perdido, sin respuestas, sin justicia, sin reparación ¿hasta cuándo?



Me llamo JOSÉ BARAJAS GALIANO y soy natural de Huelma en la provincia de Jaén. Nací el 11 de abril de 1916, mes republicano, como yo. Heredé de mi padre sus ideas socialistas y llegado el momento de defender nuestra República no lo dudé un segundo, no nos podían quitar lo que el puelbo había decidio en las urnas. Luché contra el fascismo pero este nos ganó la partida y acabé formando parte de un Batallón de Trabajadores o lo que es lo mismo, siendo un esclavo del franquismo. Vi enfermar y morir de hambre y frío a compañeros que no pudieron resistir más aquel tormento. Ellos no han recibido justicia, los supervivientes tampoco, no nos devolvieron aquello por lo que luchamos y no hemos tenido el reconocimiento de nuestro sufrimiento ¿hasta cuándo?

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